Aunque no vislumbro un mejor futuro para mi vocación, procuraré no perder el ánimo y seguir pintando. Pintar sigue siendo
mi pasión, y hasta hace poco era para
mi como una fiebre; pintaba obsesivamente cada día. Hoy no siento la
misma motivación, y lo atribuyo a que las cosas han cambiado demasiado y la pintura ha dejado de ser una tarea
importante en nuestros días. Me tranquiliza saber que he hecho lo que
quería, que he cumplido (en parte) con el compromiso. Como veo las cosas, seguiré
insistiendo, pero con menos ahínco. Pienso tomar un
poco de aire y, por si las moscas, conservar una distancia saludable con la pintura. Creo que es algo sensato
mientras cambian los vientos, y si no, para irme aclimatando a lo que bien
podría ser, sino un rotundo fracaso, si un triste cambio de vida.
22 de septiembre de 2015
Suscribirse a:
Entradas (Atom)